Alto de Caballar
Ruta de dos horas y media de duración, cuyo recorrido se realiza principalmente por pistas y senderos. Con un desnivel de unos 400 metros. Sin dificultad y accesible para todos los públicos.
El río, que recorre el valle casi en línea recta de Sur a Norte, talla en la sierra una estrecha hoz, para seguir después rumbo paralelo a la elevación montañosa, en busca de su desembocadura en el río Pas. Atravesaremos también una vaguada cubierta de bosque autóctono.
Partimos del alto de San Martín, a mitad de camino entre los valles del Pisueña y del Pas, en la carretera que une Santibáñez de Carriedo con Puente Viesgo. En San Martín, nos desviamos a Sandoñana. En la primera curva, junto a una casa, dejamos la carretera para seguir recto por un camino. Ascendemos entre castaños, robles, prados y cabañas unos 40 minutos, ignorando las desviaciones que salen al paso.
Alcanzamos una cabaña asentada sobre un amplio collado. Desde este punto, se domina el valle del Pisueña hacia el Sur y hacia el Este, con los núcleos de San Martín, Sandoñana, Penilla y Susvilla. Podemos apreciar la forma lineal del pueblo de San Mart’n, construido a lo largo del camino que une los dos valles. Las otras aldeas tienen las casas agrupadas configurando núcleos aproximadamente circulares. Hacia el Oeste y el Suroeste, encontramos los pueblos de Ojuriego y Trasvilla en primer término, y enfrente y al pie de un hayedo relativamente extenso, el núcleo de Rasillo. Cierra la perspectiva el valle del río Pas.
En esta vista general del valle se aprecia la distribución de los grupos de árboles. Unos medran alojados en las vaguadas que bajan de la sierra, beneficiándose de la mayor humedad ambiental que encuentran en las márgenes de pequeños torrentes y otros se desarrollan en los linderos que separan fincas. Ambos emplazamientos han sido respetados por la explotación forestal. En el primer caso, porque el terreno de las vaguadas es a menudo quebrado y difícil de transitar, lo que hace demasiado costosa la extracción de la madera. En el segundo porque la propiedad particular y el aprovechamiento directo que hacen de ellos sus dueños los ha protegido. Los árboles de bordes y linderos compartimentan el terreno cultivado y satisfacen las pequeñas necesidades de madera. Podría decirse que el uso tradicional los conserva.
Salta a la vista el contraste que ofrecen estos espacios con las laderas de pendiente continua de la sierra, que han sido aprovechadas de forma intensiva para el cultivo forestal.
El camino se divide en el collado. A derecha e izquierda, una pista forestal mantiene una altitud constante, recorriendo la ladera Sur de la sierra. Nosotros continuaremos por el ramal que asciende decididamente hasta el Alto del Caballar, cuya cima está rematada por una antena de comunicaciones.
Si hasta el collado la vegetación dominante estaba formada por especies de hoja caduca, desde esta altura y hasta la culminación, el monte está cubierto de pinos, y en menor medida de eucaliptos. La ascensión no tiene ninguna dificultad. La cima se alcanza en unos 20 minutos y ofrece una panorámica muy completa de la zona, que se extiende hacia el Oeste hasta las montañas de Campoo, y hacia el Norte hasta la bahía de Santander.
Regresamos hasta el collado por el mismo camino. Durante la bajada, estamos viendo en primer plano una vaguada que se extiende a nuestros pies en dirección al río Pas.
Frente a nosotros vemos la ladera orientada al Norte cubierta por un denso bosque autóctono en el que dominan robles y castaños, y que vamos a atravesar siguiendo una senda poco marcada. Para ello, tomamos en el cruce de caminos del collado, la pista forestal que sale a nuestra derecha en el sentido de la bajada. A escasos cien metros abandonamos el camino principal y nos desviamos por un ramal que desciende hacia el interior de la vaguada. Pronto queda interrumpido por un pequeño torrente, que lo corta en su descenso desde la sierra. Con un poco de atención se reconoce a mano izquierda una estrecha senda que penetra en el bosque. Al principio, la vegetación está formada por matorrales y puede parecer difícil avanzar, pero en unos minutos, atravesada la orla de matorrales, se penetra en un robledal con ejemplares de gran porte, donde no faltan otros árboles que habitualmente acompañan a este tipo de bosque: acebos, castaños, hayas, y en las orillas de los pequeños cursos de agua, sauces, arraclanes y alisos.
Seguimos recorriendo la senda, aunque en algún momento el paso se vea dificultado por la vegetación. Pronto encontraremos otro riachuelo. Al atravesarlo, la estrecha vereda se ensancha y se hace camino. Ahora estamos sobre la ladera más húmeda de la vaguada y empiezan a ser abundantes los castaños. Un poco más adelante, el camino se bifurca. Hacia la derecha desciende en dirección a Trasvilla y Ojuriego.
Nosotros tomaremos la desviación de la izquierda que remonta la vaguada hasta salir al collado del que partimos. En total habremos invertido unos treinta minutos en atravesar el bosquete.
Hemos visto que la mayor parte de la vegetación arbórea de la sierra son pinos y eucaliptos cultivados con fines industriales. Las laderas descubiertas muestran las marcas de la extracción industrial de la madera, y el trazado de las pistas, que ciñen el monte a distinta altura, delata la intensidad de esta actividad. Sin embargo, entre los pinos y los eucaliptos aparecen frecuentemente robles y castaños jóvenes, en un intento tímido pero visible de recuperar el terreno cedido a las especies cultivadas. Los rodales de robles, castaños, fresnos, arces y alisos alojados en las principales vaguadas, conservan ejemplares de gran tamaño, que dan idea de la vitalidad que tuvieron hasta hace poco tiempo estos bosques.
Para cerrar la ruta bajamos desde el collado en dirección a San Martín ignorando un par de desviaciones que salen a nuestra derecha. Al llegar a una curva desde la que se domina Sandoñana, abandonaremos el camino principal para dirigirnos por la izquierda hasta esa aldea, y desde allí a San Martín.